SERVICIO CÍVICO VOLUNTARIO:
Una propuesta Integral
Por Julio César Cleto Cobos
Vicepresidente de la Nación
Sin educación y sin trabajo, deambulan por calles y plazas miles de chicos y adolescentes; por lo que es posible imaginar que son presa fácil de la droga, el alcohol y la violencia, como respuesta a esa situación indeseada. Muchas veces a sus familias les resulta difícil llegarles con un mensaje claro de valores, como el esfuerzo sostenido, la responsabilidad y el respeto; ya que son varias las generaciones que padecen el flagelo del empobrecimiento, la marginalidad y la falta de trabajo.
La realidad indica que hoy en Argentina hay más de 700.000 menores fuera del sistema educativo, esto equivale ni más ni menos que a la población total de la provincia de Jujuy o de San Juan. Por eso estamos convencidos que la educación es la clave para disminuir los índices de pobreza, violencia, desocupación e inseguridad. Estas problemáticas afectan a toda la sociedad y debemos dar soluciones efectivas.
Como una respuesta a esta situación, se implementó en Mendoza el Servicio Cívico Voluntario. Este programa aunó esfuerzos de la provincia, el Ministerio de Defensa y las universidades y ofreció herramientas para que adolescentes (18 a 25 años) tuvieran una oportunidad justa, recibiendo terminalidad educativa y capacitación en oficios. Muchos de ellos -padres de familia- nos expresaban su deseo ferviente de que sus hijos no tuvieran su mismo destino.
La mayoría de estos cursos de estudios y oficios se hicieron en los talleres y con profesores del Ejército Argentino, aprovechando sus instalaciones y la capacidad ociosa de las mismas. Este esfuerzo compartido, generó un acercamiento de las fuerzas armadas a la sociedad, llevando a cabo una importante función social.
Los jóvenes que participaron en el Servicio Cívico, permanecían en jornadas completas en las instalaciones del ejército, donde almorzaban y participaban en talleres de valores. La formación en valores fue uno de los pilares fundamentales del programa, buscando que los jóvenes asumieran como propio el desafío de la superación personal y la autoestima. Valores como honestidad, solidaridad, respeto, compromiso y esfuerzo por el trabajo, son modeladores de buenos hábitos y repercuten directamente en la persona y en la vida que esta desarrolla en la sociedad. Por eso, esta experiencia ofreció un marco integral de educación y contención, permitiéndoles a muchos de ellos, continuar en la educación media, acceder a un trabajo digno y fundamentalmente formarse como persona.
Aquellos alumnos que por distancia o falta de cupo no podían acceder a las instalaciones del ejército, lo hacían en dependencias del estado, las cuales se mejoraron y equiparon con las últimas herramientas necesarias para aprender un oficio y así acceder al mercado laboral.
Las universidades públicas y privadas promovieron la concurrencia de estudiantes, que fueron invitados a participar como voluntarios; dando clases de apoyo, organizando talleres de temas relacionados con sus estudios, o simplemente compartiendo jornadas con aquellos que -siendo sus pares en edad- no habían tenido las mismas posibilidades. De este modo, los jóvenes universitarios devolvieron a la sociedad parte de lo que recibieron de la misma y todos contribuyeron en el proceso de construcción de un futuro mejor.
A los hombres y mujeres que formaron parte del Servicio Cívico, se les dio una respuesta concreta a sus problemas y una posibilidad de superarlos. También aprendieron que es tan importante brindar como recibir, por lo que se los instó a ejercer la solidaridad y el voluntariado. Ellos donaron sus productos, y aplicaron el trabajo aprendido para ayudar a aquellos que estaban más necesitados. Es así que muchas escuelas, hospitales, hogares de ancianos e instituciones varias, se vieron favorecidas con tareas de soldadura, carpintería, electricidad, costura industrial, entre otras; que los estudiantes del Servicio Cívico ofrecieron, orgullosos de contribuir activamente con su comunidad.
El Servicio Cívico Voluntario constituye una idea sencilla, que cuenta con una experiencia previa positiva, que invita a no bajar los brazos frente a las dificultades y a redoblar los esfuerzos. Este programa es una propuesta concreta para construir desde la solidaridad, un destino mejor para aquellos que, por falta de educación y formación, hoy se encuentran ante la imposibilidad de acceder a un trabajo.
A partir de estos buenos resultados y con el deseo de extender esta experiencia, se presentaron proyectos de ley para establecer a nivel nacional, el Servicio Cívico Voluntario, contemplando las distintas necesidades y problemáticas zonales. Uno de ellos en Diputados, por la entonces diputada Laura Montero, el diputado Enrique Thomas y otros legisladores. Asimismo, en la Cámara de Senadores ingresaron dos proyectos, uno del senador José Pampuro y el segundo de los senadores Ernesto Sanz, Juan Carlos Marino, junto a otros parlamentarios.
Sería muy importante que acompañemos esas propuestas, que dan soluciones concretas a estas problemáticas sociales y construyen desde la educación y la solidaridad, una Argentina más justa y equitativa.
Una propuesta Integral
Por Julio César Cleto Cobos
Vicepresidente de la Nación
Sin educación y sin trabajo, deambulan por calles y plazas miles de chicos y adolescentes; por lo que es posible imaginar que son presa fácil de la droga, el alcohol y la violencia, como respuesta a esa situación indeseada. Muchas veces a sus familias les resulta difícil llegarles con un mensaje claro de valores, como el esfuerzo sostenido, la responsabilidad y el respeto; ya que son varias las generaciones que padecen el flagelo del empobrecimiento, la marginalidad y la falta de trabajo.
La realidad indica que hoy en Argentina hay más de 700.000 menores fuera del sistema educativo, esto equivale ni más ni menos que a la población total de la provincia de Jujuy o de San Juan. Por eso estamos convencidos que la educación es la clave para disminuir los índices de pobreza, violencia, desocupación e inseguridad. Estas problemáticas afectan a toda la sociedad y debemos dar soluciones efectivas.
Como una respuesta a esta situación, se implementó en Mendoza el Servicio Cívico Voluntario. Este programa aunó esfuerzos de la provincia, el Ministerio de Defensa y las universidades y ofreció herramientas para que adolescentes (18 a 25 años) tuvieran una oportunidad justa, recibiendo terminalidad educativa y capacitación en oficios. Muchos de ellos -padres de familia- nos expresaban su deseo ferviente de que sus hijos no tuvieran su mismo destino.
La mayoría de estos cursos de estudios y oficios se hicieron en los talleres y con profesores del Ejército Argentino, aprovechando sus instalaciones y la capacidad ociosa de las mismas. Este esfuerzo compartido, generó un acercamiento de las fuerzas armadas a la sociedad, llevando a cabo una importante función social.
Los jóvenes que participaron en el Servicio Cívico, permanecían en jornadas completas en las instalaciones del ejército, donde almorzaban y participaban en talleres de valores. La formación en valores fue uno de los pilares fundamentales del programa, buscando que los jóvenes asumieran como propio el desafío de la superación personal y la autoestima. Valores como honestidad, solidaridad, respeto, compromiso y esfuerzo por el trabajo, son modeladores de buenos hábitos y repercuten directamente en la persona y en la vida que esta desarrolla en la sociedad. Por eso, esta experiencia ofreció un marco integral de educación y contención, permitiéndoles a muchos de ellos, continuar en la educación media, acceder a un trabajo digno y fundamentalmente formarse como persona.
Aquellos alumnos que por distancia o falta de cupo no podían acceder a las instalaciones del ejército, lo hacían en dependencias del estado, las cuales se mejoraron y equiparon con las últimas herramientas necesarias para aprender un oficio y así acceder al mercado laboral.
Las universidades públicas y privadas promovieron la concurrencia de estudiantes, que fueron invitados a participar como voluntarios; dando clases de apoyo, organizando talleres de temas relacionados con sus estudios, o simplemente compartiendo jornadas con aquellos que -siendo sus pares en edad- no habían tenido las mismas posibilidades. De este modo, los jóvenes universitarios devolvieron a la sociedad parte de lo que recibieron de la misma y todos contribuyeron en el proceso de construcción de un futuro mejor.
A los hombres y mujeres que formaron parte del Servicio Cívico, se les dio una respuesta concreta a sus problemas y una posibilidad de superarlos. También aprendieron que es tan importante brindar como recibir, por lo que se los instó a ejercer la solidaridad y el voluntariado. Ellos donaron sus productos, y aplicaron el trabajo aprendido para ayudar a aquellos que estaban más necesitados. Es así que muchas escuelas, hospitales, hogares de ancianos e instituciones varias, se vieron favorecidas con tareas de soldadura, carpintería, electricidad, costura industrial, entre otras; que los estudiantes del Servicio Cívico ofrecieron, orgullosos de contribuir activamente con su comunidad.
El Servicio Cívico Voluntario constituye una idea sencilla, que cuenta con una experiencia previa positiva, que invita a no bajar los brazos frente a las dificultades y a redoblar los esfuerzos. Este programa es una propuesta concreta para construir desde la solidaridad, un destino mejor para aquellos que, por falta de educación y formación, hoy se encuentran ante la imposibilidad de acceder a un trabajo.
A partir de estos buenos resultados y con el deseo de extender esta experiencia, se presentaron proyectos de ley para establecer a nivel nacional, el Servicio Cívico Voluntario, contemplando las distintas necesidades y problemáticas zonales. Uno de ellos en Diputados, por la entonces diputada Laura Montero, el diputado Enrique Thomas y otros legisladores. Asimismo, en la Cámara de Senadores ingresaron dos proyectos, uno del senador José Pampuro y el segundo de los senadores Ernesto Sanz, Juan Carlos Marino, junto a otros parlamentarios.
Sería muy importante que acompañemos esas propuestas, que dan soluciones concretas a estas problemáticas sociales y construyen desde la educación y la solidaridad, una Argentina más justa y equitativa.
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