viernes, 26 de febrero de 2010
"Mis sueños en una burbuja" por Nilda Fabiana López de Agüero
Un amigo siempre me dice.-¿Y la muñeca de Isabel? Ahí falta otra parte.-y si lo dijiste bien amigo (por Marcelino José Rodríguez, columnista de Páginas). Había existido en mi vida otro objeto venerado en mi niñez, era una burbuja de aire que cuando la agitaba caían entre el agua miles de bolitas blancas y ahí en el medio una hermosa casita. Siempre estaba en la mesita de luz de mi abuela. Bueno primero quiero referirles que mi historia transcurre en Mendoza, mí segundo hogar, exactamente en la casa de mis abuelos a la que llamábamos "LA CASA", porque nos juntaba a todos, era la casa grande. Llegar era correr, bañarse en los canales, subirse a los árboles repletos de frutas y comer del mismo parral, era el paraíso terrenal, Villa Atuel, donde mi infancia fue feliz. Pero como otras visitas tenían que ver con que mi abuela enfermaba, mamá corría su lado y yo también (aunque no entendía) esa situación pone nervioso a cualquier niño. Aunque yo gozaba del privilegio de agitar y mirar mi gran tesoro que siempre me esperaba en el mismo lugar, año tras año, solo yo tenia permiso de tocarla y admirarla, mientras todos descansaban la siesta; yo me recostaba en la cama de mi abuela y volaba mi imaginación junto a mi amiga, y sin querer me dormía, era mi bálsamo, mí compañera que con solo agitarla me contaba miles de historias. Cuando llegaba a "LA CASA", en Mendoza corría a verla y agitarla.-Volví, acá estoy.- había veces que pensaba que se quedaba solita, creo que ese fue uno de mis primeras tristezas, dejar a mi amiga sola, porqué juntas soñábamos. El sonido de la siesta en Mendoza, es especial, gallos cantando a lo lejos, escuchar el pájaro carpintero como pica un higo y los pavos gritando en alguna chacra, el olor a los cereales. Mendoza tiene un olor especial y lo tuvo en mi niñez. Hubo un año que fui y ya mi amiga no estaba, alguien por descuido la rompió, nunca más la volví a ver, luego de llorar mi mamá me dijo.-Pensá ella fue muy feliz siempre estu-vo solita, las dos fueron iluminadas por un rayito de luz, por eso ella te esperaba, fue feliz.-Nunca quedé conforme, aún hoy la extraño, en mi madurez, cuando no puedo dormir siempre pienso en ella, y su rayito de luz que me ilumina, y me duermo. Junto a la Muñeca de Isabel ése es mi otro gran tesoro. Nunca estoy sola, ni en los peores momentos, todos ellos me acompañan.
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